Egidio, el granjero de Ham
por Miguel Navarro (Helm Manomartillo)

¿Puede un granjero derrotar a un gigante y a un dragón? Bueno, depende. Si ese granjero se llama Egidio, y tiene un trabuco, un perro parlanchín llamado Garm, una yegua testaruda y una espada mágica que no puede estar en su vaina si hay un dragón cerca... entonces la respuesta es sí.

Injustamente considerada una “obra menor”, “Egidio” es un cuento divertido y paródico de ese mundo épico que tan bien reflejó el propio Tolkien en muchas de sus otras obras. El protagonista, Aegidius Iulius Ahenobarbus Agricola de Hammo (más conocido como Egidio, el granjero de Ham) se encontrará, al igual que Frodo, enfrentado a una situación que le supera: la llegada a sus campos de un estúpido gigante, primero, y del astuto Crisófilax Dives, un malvado dragón. Sin embargo, Egidio hará frente a ambas criaturas con las mejores armas a su alcance: su trabuco, una espada mágica regalo del rey y, sobre todo, cantidades ingentes de sentido común, que le permitirán triunfar allá donde los pomposos caballeros del rey fracasan estrepitosamente.

Con momentos verdaderamente gloriosos (como las excusas de los caballeros para no enfrentarse a Crisófilax, o las conversaciones entre Egidio y su perro Garm, que hablaba, pero sólo “latín macarrónico”), “Egidio” es una obra de lectura ágil y rápida, en la que, como es tradicional en la obra de Tolkien, un hombre humilde y sencillo, un “mediano”, triunfa allá donde los grandes no lo consiguen, merced sólo a sus propias virtudes. A medio camino entre el cuento tradicional y la ironía, “Egidio” es una lectura obligada para todos los que quieran descansar de batallas y genealogías, y hará pasar un buen rato a todo el mundo mientras el bueno de Egidio intenta convencer a Crisófilax de que es una casualidad habérselo encontrado en el campo, mientras paseaba tranquilamente...

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