El Hobbit
por Helios De Rosario (Imrahil)

Así como la cita más famosa de Cervantes es el comienzo de El Quijote, la de JRR Tolkien es aquélla que dice «En un agujero en el suelo vivía un hobbit.» Esto es en gran parte debido a la anécdota asociada a dicha apertura, que cuenta cómo la frase vino a la mente del profesor en un momento de hastío veraniego mientras corregía unos exámenes. En ese instante ni siquiera sabía lo que era un “hobbit”, y mucho menos imaginaba lo que estas criaturas iban a suponer en la literatura y en su vida. Porque fueron de hecho su puerta al éxito: en sus cuarenta años de vida había escrito muchas cosas, tanto divertidas como serias; pero casi todas ellas eran sólo divertimentos privados que no esperaban ver la luz, y sólo había publicado algunos poemas y trabajos académicos, cuando por casualidad la editorial Allen & Unwin le ofreció sacar a la venta este cuento infantil.

El protagonista de la historia que en él se cuenta es Bilbo Bolsón, el aburguesado hobbit que sin comerlo ni beberlo (de hecho la buena comida y la bebida es una de las cosas que más echa de menos) se ve embarcado en una asombrosa aventura por culpa del misterioso mago Gandalf y trece enanos que tienen el temerario objetivo de recuperar su antiguo reino y el tesoro robado por el dragón Smaug. En el camino a la Montaña Solitaria, Bilbo se encuentra con insólitas criaturas, peligrosas y fascinantes, y sin darse cuenta acaba siendo –con la inestimable ayuda de un anillo mágico– todo un valiente saqueador.

Aunque generalmente se considera un preludio a El Señor de los Anillos, El Hobbit es en realidad mucho más. Puede disfrutarse aisladamente de la obra mayor, pues a pesar de compartir personajes y parte del escenario, son libros muy distintos, con virtudes y encantos diferentes. Evidentemente se trata de un cuento para niños; concretamente fue escrito para los hijos de Tolkien, y hasta es fácil imaginarse al amante padre junto a ellos por la noche, haciendo el papel del narrador. Este narrador del cuento llega a ser un personaje más, que a algunos lectores resulta fastidioso (como seguramente sabéis, Tolkien pensó más tarde que se equivocó al incluir sus comentarios entrometidos), pero que en cierto modo es un sujeto entrañable y bastante simpático, y también un buen cómplice en la lectura, que confía mucho más que otros “narradores” de ese tipo en los conocimientos y la perspicacia del lector, joven o viejo.

Pero injustamente se suele hacer demasiado énfasis al carácter infantil y poco elevado de El Hobbit en comparación con El Señor de los Anillos, pues aunque las aventuras del señor Bolsón comienzan siendo cómicas y de poco coraje, el tono del libro se va elevando conforme el hobbit se adentra en mayores peligros, de modo que el terror, el heroísmo y el sentido épico de los últimos capítulos tiene poco que envidiar al posterior relato de su sobrino Frodo, aunque el conjunto de la obra sea bastante menos grave.

Hay múltiples ediciones de este libro; en tapa dura, de bolsillo, ilustrado por el propio Tolkien u otros artistas... De entre ellas, es posible destacar El Hobbit Anotado, con notas de Douglas Anderson, que además del relato incorpora al margen del texto una serie de interesantes comentarios, sobre las fuentes de la historia y los personajes, su relación con la vida de Tolkien y sus otras obras, etc; además viene adornado con muestras de las diferentes ediciones ilustradas de El Hobbit en todo el mundo; y no menos interesante, incluye también un apéndice en el que se registran los múltiples cambios (a veces muy sustanciales, como en el episodio de Gollum) que sufrió el libro en sus distintas ediciones –en inglés– desde 1937.

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